El Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa crónica y progresiva, afecta principalmente la memoria, el pensamiento y la capacidad de razonamiento. En esta enfermedad, se desarrollan dos tipos de proteínas cerebrales: los ovillos tau y las placas beta-amiloide, que tienden a desarrollar un efecto en cadena al destruir las neuronas, lo que resulta en confusión, pérdida de memoria y cambios de personalidad.
Pero, lo anterior parece complejo ¿Cierto?, por lo que para entenderlo tenemos que pensar en una bolsa de basura orgánica almacenada en casa por más de 1 semana. Seguro sabrás que el olor en desagradable. Ahora imagina lo que estas proteínas en nuestro cerebro emulan lo hecho por la basura y con ello se afectan funciones tan básicas como la memoria. No obstante, la ciencia que dice:
Una teoría sugiere que el ejercicio físico activo libera una hormona llamada irisina, que ayuda a reducir la inflamación cerebral asociada con la edad y el estrés, entre otros factores. Además, estudios han demostrado que después del ejercicio se detecta en la sangre una sustancia llamada BDNF, que estimula el crecimiento de nuevas neuronas, mejora su condición y promueve la formación de nuevas conexiones que se definen como sinapsis.
Ahora bien, ¿cuánto ejercicio se debe hacer y a qué intensidad? Según los estudios, para obtener beneficios en las funciones cognitivas, se recomienda realizar entre 3 y 5 sesiones de ejercicio cardiovascular y de fuerza a la semana, con una duración mínima de 30 minutos, durante aproximadamente 6 meses. La intensidad del ejercicio debe ser moderada a vigorosa.
Es importante recordar que, además del ejercicio, mantener una buena alimentación, consumir antioxidantes, dormir entre 7 y 8 horas diarias, y evitar el consumo de alcohol y tabaco también son factores que contribuyen a mantener el cerebro sano y prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.