La eficacia de un tratamiento contra el estrés oxidativo depende del tamaño de las partículas que contienen los antioxidantes.

Imagínese por un momento un centro de comando que fuese responsable de todos los servicios de una ciudad, todo un sistema computarizado que controla: el agua, la luz, el gas, las comunicaciones, el manejo de desperdicios y muchas más funciones. Considere el grado de seguridad que debería tener este centro de comando. El riesgo que representaría para esa ciudad que el centro de comando fuese vulnerable.

Nuestro Sistema Nervioso Central representa ese centro de comando. Él es responsable de que nuestro corazón lata, que respiremos, nos movamos, pensemos, recordemos, en fin: de que estemos vivos.

El Sistema Nervioso Central está perfectamente resguardado por una barrera física y bioquímica que lo protege de potenciales agentes tóxicos, es conocida como la Barrera Hemato-Encefalica. Esta barrera es tan efectiva que mantiene diferentes concentraciones de células, proteínas y electrolitos entre la sangre y el líquido cefalorraquídeo que “bana” el sistema nervioso central.

Por otra parte, la integridad y el funcionamiento de la Barrera Hemato-encefálica ha constituido el mayor obstáculo a vencer en el desarrollo de medicamentos para el tratamiento de las enfermedades del Sistema Nervioso Central, especialmente las neurodegenerativas.

 

 

La nanotecnología se refiere a la manipulación de la materia a escala nanométrica. Un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro. Para comprender de qué dimensiones hablamos: un glóbulo rojo de nuestra sangre tiene un diámetro de 10.000 nanómetros, una molécula de glucosa 1 nanómetro, el diámetro de un cabello humano son 100.000 nanómetros.

La nanotecnología aplicada a los productos farmacéuticos -la Nanofarmacologia- ha permitido desarrollar productos que pueden alcanzar todas las células de nuestro organismo, incluyendo las del sistema nervioso central.

Dependiendo de las características fisicoquímicas del principio activo, existen varios métodos para la formación de nanopartículas, siendo una de ellas la nanoemulsion, que permite que un compuesto de naturaleza lipídica pueda atravesar membranas y barreras y ser totalmente soluble en agua. 

El cerebro representa el 2% de nuestro peso corporal pero consume el 20% del oxígeno que respiramos. Por esto es un órgano con alto riesgo de estrés oxidativo, que de mantenerse de forma crónica, tendría consecuencias a mediano y largo plazo. Primero sería la alteración de importantes funciones como la concentración y la memoria y luego una alta posibilidad para la aparición de enfermedades neurodegenerativas.

La protección de nuestro cerebro y sistema nervioso central con suplementos antioxidantes debe convertirse en un hábito saludable, pero para que esta práctica sea efectiva debemos seleccionar uno que atraviese la barrera hematoencefálica y nos brinde la necesaria protección.