La alteración de la memoria es el primer síntoma en la enfermedad de Alzheimer. El proceso neurodegenerativo que la causó, se inició meses o años antes de los primeros olvidos.

La destrucción de las neuronas en un cerebro con la enfermedad de Alzheimer, no ocurre en todo el órgano de manera simultánea. Una de las primeras regiones afectadas es el hipocampo, una zona del cerebro involucrada en la formación de nuevos recuerdos. Esto explica porque la memoria reciente es la primera que se ve afectada en las personas con la enfermedad. Además, la imposibilidad de retener y procesar nueva información, es lo que origina los episodios de desorientación que presentan las personas afectadas

La memoria a largo plazo está almacenada en otras áreas cerebrales, y en ella no interviene el hipocampo. Por esto, es posible que un paciente con Alzheimer no recuerde lo que acaba de desayunar, pero recuerda el nombre de sus compañeros que se graduaron con él hace 40 años. Este hecho a veces confunde y dificulta que los familiares acepten el diagnóstico de Alzheimer.

 

Uno de los elementos que diferencia la pérdida de memoria reciente, entre un paciente con Alzheimer y la que ocurre en una persona por edad, son las pistas. Una persona de edad es capaz de utilizarlas para recordar un evento reciente, por ejemplo: ante el extravío de sus lentes, la sugerencia de una pista como… ¿No los dejaste en un bolsillo?, lo hace capaz de recordar que los dejó olvidados en el bolsillo de su chaqueta. Para la persona con Alzheimer las pistas no funcionan.

A medida que progresa la enfermedad, también aparecen las alteraciones de la memoria a largo plazo. Dentro de esta tenemos, la memoria explícita que incluye todos los aspectos aprendidos durante nuestra vida como: el lenguaje, por ejemplo. Esto es lo que da lugar a los problemas de comunicación, que aparecen posteriormente en la enfermedad: no encontrar la palabra correcta, cambiar el nombre de las cosas, no entender lo que se lee.

También, formando parte de la memoria explícita, se encuentra la memoria episódica. Esta recoge las experiencias vividas, tanto recientes como pasadas. Ella también es “borrada”, comenzando por las experiencias recientes.

Otro tipo de memoria a largo plazo es la memoria implícita, a la cual no accedemos de manera voluntaria. Está asociada a procesos automatizados como conducir o montar bicicleta. Este tipo de memoria es de las últimas que se pierde.

El cerebro es nuestra posesión más valiosa. Además de regular nuestras funciones vitales, a través de él los seres humanos podemos: sentir, compartir, valorar, recordar, pensar y amar. Tenemos que mantenerlo sano. Cuidarlo y protegerlo ahora es posible.