El estrés oxidativo puede estar presente en todas las células de nuestro organismo, por esta razón es un factor ligado al envejecimiento y a la aparición de enfermedades tan diferentes como Diabetes tipo II, Hipertensión, trastornos metabólicos o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Los productos Antioxidantes, por su parte, han sido en ocasiones percibidos de manera errónea como “Medicamentos milagrosos”, porque dependiendo de la presentación o del fabricante, se ha hecho más énfasis en el aspecto envejecimiento, la belleza de La piel, la protección cardiovascular, las enfermedades neurodegenerativas y otras indicaciones. Pero es que en realidad el estrés oxidativo es corresponsable de la aparición de esas alteraciones, y por esto, los suplementos antioxidantes son útiles en todas ellas.
Todas las células de nuestro organismo requieren de oxígeno para obtener la energía necesaria para el desarrollo de procesos metabólicos, como la producción de hormonas y la protección contra virus y bacterias.
En el desarrollo de estos procesos, se generan los radicales libres, que son moléculas a las cuales les falta un electrón para ser estables y que buscarán quitarle un electrón a una molécula vecina o cercana. La molécula que sea robada, se habrá oxidado. Las moléculas que pueden ser “víctimas” de estos radicales libres son nuestras biomoléculas, es decir: las proteínas como las hormonas y enzimas; los carbohidratos como la glucosa; los Lípidos como los triglicéridos y componentes de las membranas celulares; y también los ácidos nucleicos que forman nuestro ADN.
Nuestro organismo produce una serie de agentes antioxidantes naturales que son los encargados de neutralizar los radicales libres. En un estado de equilibrio entre radicales libres y antioxidantes naturales no existe estrés oxidativo, pero diversos factores como la contaminación, exposición solar prolongada, hábitos definidos como alcohol y tabaco, una dieta inadecuada con ingredientes conservantes y otros factores, adicionan una gran cantidad de radicales libres que al no poder ser neutralizados, comenzarán a oxidar a las biomoléculas.
Para comprender el desafío que la oxidación puede causar a ellas y por ende a las células de nuestro organismo, tomemos como ejemplo las proteínas. Son biomoléculas formadas por unidades moleculares más pequeñas conocidas como aminoácidos. Una proteína es una cadena de aminoácidos y dependiendo de las características de su estructura cumplen importantes funciones: hormonales como la insulina; contráctiles como la miosina en los músculos; transportadora, como la hemoglobina del glóbulo rojo; defensivas como las inmunoglobulinas o anticuerpos; digestivas, las enzimas; transmisión de señales como las interleucinas y otras como las hemostáticas para detener los sangrados.
Las proteínas pueden cumplir todas estas importantes funciones y muchas más, gracias a su configuración tridimensional, que le permite acoplarse con receptores o también ser parte de un receptor en una célula.
La oxidación de una proteína, es decir el proceso mediante el cual ella perderá electrones, modificar las cargas eléctricas, tendrá una alteración en Ia estructura y en su función.
Recientemente un equipo de investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) dirigidos por la Dra. Ivonne Maria Olivares Corichi, en la Escuela Superior de Medicina (ESM), encontró evidencias de que la insulina se oxida en personas con obesidad y con diabetes. La oxidación de la insulina induce cambios en su estructura química lo que impide que el receptor encargado la reconozca y no pueda cumplir su función en la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
Para visualizar todo este contenido imaginemos una llave con su cerradura. Mientras la llave y la cerradura se encuentren intactas el mecanismo funcionará a la perfección. Si por el contrario se introducen cambios en la cerradura o en la llave, en sus dimensiones o doblando la llave, el mecanismo no funciona.
Si la llave o cerradura dañada es la correspondiente a la entrada principal de nuestra casa no podemos entrar en ella; si es la del automóvil no podremos transportarnos: y si es la del archivador de nuestra oficina no tendremos acceso a esa información. Aunque sean cosas diferentes el problema básico sería el mismo: una llave o cerradura dañada. De igual manera, aunque parezcan patologías o condiciones no relacionadas, el problema es el mismo: el estrés oxidativo causado por el exceso de radicales libres.
Cada día en nuestro cuerpo se producen millones de radicales libres. Dependiendo de nuestro estado de salud, hábitos y el ambiente físico que nos rodea será la proporción de los que serán neutralizados por nuestro sistema antioxidante. Por esto, ante la dificultad de controlar todos los factores de riesgo es conveniente protegernos con un suplemento antioxidante como OMEGA/5 NANO, que por su presentación en nanoemulsion puede llevar la protección antioxidante a todas las células de nuestro organismo, incluyendo las del sistema nervioso central.
Protegernos es posible, solo depende de nosotros.