El sistema nervioso central posee terminaciones especializadas en cada uno de nuestros órganos sensoriales… y también en el resto del cuerpo.
En los órganos sensoriales: lengua, oído, nariz, ojos y piel, estas terminaciones o receptores reciben los estímulos específicos, conduciendolos a nuestro cerebro, permitiéndonos entonces: saborear, oír, oler, ver y sentir.
Pero no solamente los órganos de los sentidos poseen terminaciones especializadas, existen decenas de ellas. Así por ejemplo: en este momento aunque cierres los ojos eres capaz de describir con exactitud la posición de tu cuerpo, porque receptores distribuidos en músculos, tendones y articulaciones envían información sobre diversos estímulos: puntos de presión, estiramientos, contracciones, los cuales al ser integrados en el cerebro nos presenta mentalmente la posición que hemos adoptado. Al mismo tiempo que realizas esto, otro tipo de receptores especializados están midiendo la concentración de oxígeno en tu sangre.
El trabajo de los receptores es fundamental para el funcionamiento de nuestro organismo. Claro que algunos de ellos podrían ser percibidos como más importantes, tal como los quimiorreceptores responsables de detectar los niveles de oxígeno en nuestra sangre. Si ellos no funcionasen, todas las reacciones y respuestas de defensa para mantenernos vivos, como por ejemplo: el aumento de la frecuencia respiratoria, reacción que aparece cuando disminuye la concentración de oxígeno en sangre, no ocurriría porque los bajos niveles de oxígeno no fueron detectados.
Pero pensemos en algo más sencillo como caminar. Podemos caminar gracias a los movimientos alternados y coordinados de las dos piernas. En cada una de ellas además debe existir una coordinación entre los músculos flexores y los músculos extensores. Todo esta información: cuál pierna está flexionada; cual estirada; cuál adelante; cual en contacto con el piso; ¿existe una pendiente? etc., es recogida y procesada por esas terminaciones nerviosas especializadas. Una vez transmitida e integrada en los centros superiores, vendrán “literalmente” los siguientes pasos.
Todos estos procesos ocurren de manera automática, no estamos conscientes de ellos. Los receptores especializados realizan sus funciones con un muy discreto silencio. Sin embargo, no todos los receptores lo hacen de esta manera.
Los nociceptores son aquellos especializados en el dolor. Si alguno de ellos es estimulado… ¡Claro que nos vamos a enterar! Ellos son activados cuando entran en contacto con sustancias que son liberadas por un daño en los tejidos que los rodean, pero gracias a ellos podemos proteger al organismo de un daño mayor. Imagina que tocas un objeto que está caliente, a una temperatura que no daña los tejidos, en este caso solamente los termorreceptores especializados para el calor, transmitirán esta información al cerebro. Pero si la temperatura es suficiente para dañar tus tejidos, y de hecho lo hace, las sustancias liberadas por el tejido dañado estimularán los nociceptores, y ahora la respuesta que se producirá de forma automática será la de retirar la mano, evitando que se dañe más tejido.
Todos estos “especialistas” trabajan para nosotros, nos cuidan y nos mantienen sanos. Es justo que ellos como integrantes del sistema nervioso central, expuestos a los mismos daños, reciban de nosotros cuidado y protección.